No fue la carrera más larga, ni la más rápida, ni la más antigua, ni la más difícil. Pero sí una de las más fascinantes de todos los tiempos. Las Mil Millas, de Brescia o Brescia pasando por Roma, fue durante treinta años la carrera de referencia.
Los 1.600 km de velocidad por carreteras italianas sirvieron para escribir páginas míticas. En 1957, el fatal accidente en que murieron el marqués de Portago y su copiloto Nelson, a los mandos de una Ferrari, también costo la vida a diez espectadores y puso punto final a la carrera.
En vísperas de la Navidad de 1926, cuatro apasionados del automovilismo deportivo (Renzo Castagneto, Giuseppe Mazzotti, Aymo Maggi y Giovanni Canestrini) discutían en Brescia sobre el estado de crisis que vivía el automovilismo deportivo italiano. Según ellos, había que organizar una gran prueba para resucitarlo.
Sobre el plano trazaron un recorrido siguiendo las principales vías de comunicación, y al calcular la distancia ésta era aproximadamente de 1.600 km; Mazzotti, que acababa de regresar de un largo periodo en Norteamérica, bautizó de inmediato la carrera: Mille Miglia, las Mil Millas.
En apenas tres meses se completó el recorrido, que media exactamente 1.628 km, y se organizó la prueba. El 26 de marzo de 1927 fueron 77 los automóviles que, de minuto en minuto, tomaron la salida en Brescia. El máximo favorito, Brilli Peri, sobre un Alfa Romeo controlaba la carrera, llegando como sólido líder a Roma, para abandonar poco después.
Así nació la leyenda de las Mille Miglia: “Quien llega primero a Roma no gana nunca”. Aquella primera edición fue dominada por los OM italianos, que coparon las tres primeras posiciones.
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Originally posted 2010-05-21 18:52:31.