En 1928, Indianápolis creó su primera leyenda: Tom Meyer, que obtuvo tres victorias en la prueba, récord que más adelante igualó Wilbur Shaw.
Pero los legendarios son Rick Mears, Anthony J. Foyt y Al Unser, con cuatro victorias en la prueba; tan solo Mears ha conquistado seis poles, mientras que Foyt tiene el récord de 35 participaciones. También destacan las sagas familiares: Unser, Andretti, Mears, Vukovick o Bettehausen, que se han pasado la antorcha de padres e hijos y hermanos o sobrinos.
Solo en 1965 volvieron a triunfar coches y pilotos europeos. Jim Clark y Graham Hill, con Lotus y Lola, consiguieron la hazaña, que no habían logrado a principios de la década de 1950, cuando las 500 Millas, a pesar de su reglamento, estaban incluidas en el calendario del Campeonato del Mundo de Pilotos. Poco después, Indianápolis volvió a ser algo norteamericano, aunque a finales de la década de 1980 y durante la de 1990 buena parte de los pilotos no lo eran.
En Indianápolis, el reglamento siempre fue amplio. No sólo han corrido coches con motor diesel, sino también coches con motor de turbina y, sobre todo, con motor derivado de serie.
La interpretación liberal de reglamento condujo en los años noventa a una aplicación más estricta, para contener también las presentaciones. Algunos equipos se revelaron contra los dictados de los organizadores de las 500 Millas y crearon la Formula Cart, mucho más competitiva.
Aparentemente, todas las curvas son iguales, pero los pilotos distinguen innumerables pequeñas diferencias entre ellas, simplemente a causa de la dirección del viento y la producción que pueden llegar a prestar las tribunas.
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Originally posted 2009-07-10 04:59:33.