GP de Indianápolis, los años sesenta (historia)

En 1952 Alberto Ascari, quien más tarde triunfaría en el Campeonato del Mundo, intento la aventura de Indianápolis al volante de un Ferrari 4500 de 12 cilindros. El vehículo se mostró potente, pero inadaptado a la pista, aunque el piloto logró clasificarse. En las 4 vueltas reglamentarias de entrenamientos registró un promedio de más de 216 km/h, por lo que fue el más rápido.

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Fueron 4 vueltas que dieron medida de la habilidad de Ascari: entre la más rápida y la más lenta, la diferencia fue de sólo 0,14 segundos. Su regularidad causó sensación. Sin embargo, en la carrera Ascari se vio obligado a abandonar por rotura del cubo de la rueda trasera derecha. En 1956 y 1957 le tocó el turno a Farina, quien logró siquiera tomar la salida. Aquel año se registro una nueva reducción del limite de la cilindrada a 4.195,09 cc.

De esto modo se llegó a los años sesenta. Indianápolis continuaba siendo tabú para los europeos. Los pilotos norteamericanos, con sus coches equipados todos ellos con motor Offenhauser, seguían ganando sin problemas. Mientras tanto, el promedio ya se había establecido en 223,323 km/h (Jim Rathmann, 1960).

Pero en 1961 se registró un nuevo hecho: el campeón mundial Jack Brabham apareció en Indianapolis con un pequeño Cooper de 2.700 cc. El coche, compacto y poco potente, casi hizo sonreír a los norteamericanos. En principio, la solución del motor trasero no les convenció. Pero Brabham se clasifico en novena posición. Su Cooper era demasiado lento en las rectas, pero viraba en las curvas con mayor rapidez que lo demás. Alguien sacó de ello una enseñanza inmediata: fue Mickey Thompson, que en 1962 alineó un coche inspirado en el Cooper. Lo condujo Gurney, pero en la vuelta 98 tuvo que retirarse.

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El año 1963 fue el de la confirmación definitiva de la técnica europea en Indianápolis. En la línea de salida se encontraba presente el Lotus 29: motor Ford V8, 375 CV y con Jim Clark al volante. El escocés, en su primera experiencia estadounidense, pasó a desempeñar muy pronto el papel de protagonista. Sin embargo, la victoria correspondió a Parnelli Jones, gracias a una discutible interpretación del reglamento, pues había derramado gran cantidad de aceite sobre la pista y Clark, deportivamente, rehusó presentar reclamación alguna y se conformó con la segunda posición.

En 1964 se registró la última victoria de un coche con motor delantero: se trataba del norteamericano Sheraton-Watson-Offenhauser, de A. J. Foyt, equipado con el antiguo y glorioso Offy de 4 cilindros. A Clark, que actuaba como favorito, se le rompió un cubo de una rueda trasera y se salió de la pista. El promedio de Foyt fue de 237,136 km/h. En 1965 Jim Clark rompió definitivamente el mito de la imbatibilidad norteamericana y cubrió las famosas 500 Millas a 243,634 km/h. El Lotus que conducía, el modelo 38, disponía de un motor Ford V8 de 500 CV. Al año siguiente, otro piloto europeo, Graham Hill, con un Lotus 90, batió nuevamente a los pilotos locales, clasificándose por delante de Clark.

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Originally posted 2010-01-14 01:24:03.

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